Inteligencia emocional y capacidad cognitiva: auméntalas

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Las habilidades blandas se han convertido en las más buscadas en todo futuro trabajador, aunque, también hay que tener claro que la importancia de la inteligencia emocional depende en buena parte del tipo de trabajo del que se trate.

En las siguientes líneas hablaremos de todo esto y también de inteligencia cognitiva, de cómo mejorar la inteligencia emocional y de la forma en que este tipo de habilidades puede influir en el trabajo.

Inteligencia emocional o capacidad cognitiva: ¿Qué importa más?
Lo puedes ver a diario en muchas ofertas de trabajo. Donde antes solía primar en los anuncios las titulaciones o habilidades adquiridas a través del estudio, ahora figuran otros requisitos.

¿Habilidades blandas? ¿Inteligencia emocional? Sí, ahora mismo para muchos reclutadores lo que priman son las habilidades sociales y de comunicación antes que grandes títulos académicos. Y es que las habilidades blandas y la inteligencia emocional están en auge.

Poseer una inteligencia emocional desarrollada te muestra como un trabajador flexible, capaz de adaptarse y, sobre todo, con una gran habilidad para comunicarse y empatizar con los demás.

Pero... ¿por qué están por encima de las más reconocidas tradicionalmente? Pues porque el trabajo en grupo es cada vez más importante y solo personas con estas habilidades suficientemente desarrolladas pueden trabajar de manera efectiva.

Inteligencia cognitiva: un requisito hoy día

Saber entender y tratar a los demás es algo que ha trascendido hasta convertirse en requisito imprescindible. Sí, por supuesto que las demás habilidades de los trabajadores siguen importando, pero hoy por hoy muchos se centran principalmente en la inteligencia emocional.

Sin embargo, no todos piensan de esta manera. Adam Grant, profesor en la escuela de negocios Wharton, afirma que la inteligencia emocional está sobrevalorada.

Con intención de demostrar que las capacidades cognitivas siguen siendo más importantes que la inteligencia emocional Grant realizó diversos estudios. En ellos trató de medir la productividad de personas con una mayor capacidad cognitiva y personas con una mayor inteligencia emocional.

Los resultados de los estudios de Grant junto a los del estudio realizado por los psicólogos Dana Joseph y Dan Newman concluyen de la misma forma. La capacidad cognitiva sigue siendo la que da como resultado una mayor productividad, mientras que la inteligencia emocional apenas influye en ello. Pero Grant, a pesar de defender las capacidades cognitivas no niega que la inteligencia emocional pueda ser relevante en algunos trabajos. 

Piensa si no en profesiones de cara al público, como la de comercial. O en otras en las que la comunicación es fundamental como puede ser la de psicólogo.

Es evidente que en ellas una inteligencia emocional desarrollada es más que deseable. En estos casos, Grant les concede cierta importancia, pero sigue creyendo que, a pesar de ello, la capacidad cognitiva sigue siendo tanto o más importante.

¿Y por qué insiste Grant en las capacidades cognitivas? Según él cuanto mayor es la habilidad cognitiva, la capacidad de aprender, es más sencillo desarrollar y mejorar la inteligencia emocional. La seguridad que proporciona tener unos conocimientos sólidos y saberse capaz de hacer algo complejo facilita mucho el camino hacia una inteligencia emocional más trabajada.

Como puedes ver, hay ocasiones en las que las tendencias del mercado laboral y los hechos difieren. Pero si hay algo que no podemos negar es que una buena combinación de ambas, la inteligencia cognitiva, es la más deseable en un trabajador.

5 formas de mejorar la inteligencia emocional
La inteligencia emocional es un conjunto de habilidades psicológicas que nos permiten expresar nuestras emociones y comprender las del resto para guiar el pensamiento y comportamiento profesional. Existen maneras de mejorar la inteligencia emocional, como estas cinco:

1. No evitar los pensamientos negativos

Concentrarse en lo positivo es bueno, pero los pensamientos negativos son parte de la vida y de vosotros, por lo que es importante atenderlos. Darles cierta importancia os permitirá controlarlos y con el tiempo eliminarlos de vuestra mente. En general estos pensamientos se relacionan con problemas reales y es importante saber cómo manejarlos.

2. No juzgar los pensamientos y emociones muy rápido

A veces uno puede sentir vergüenza o pena a raíz de un pensamiento, pero es necesario dejar que madure para luego aprender a manejarlo. Requiere de tiempo y paciencia y no dejar que otros os presionen.


3. Relacionar los pensamientos y emociones con el cuerpo

Todas las funciones del cuerpo humano se relacionan de algún modo con el estado emocional, por ello al padecer enfermedades o molestias, el estado de ánimo decae y se experimenta miedo o depresión.

4. Preguntar a otro como los ve

Muchas veces es difícil juzgar el estado emocional propio, por lo que es mejor preguntar a alguien más para conocer su percepción. Las segundas opiniones son muy útiles ya que no solo fortalecen la empatía del otro hacia vosotros, sino que además sirve para confirmar o descartar vuestros temores, dudas y sentimientos.


5. Escribir

Para mejorar la inteligencia emocional es bueno escribir lo que se siente. Poner en palabras las emociones es intentar racionalizarlas, y al racionalizar es más fácil controlarlas. Es un gran ejercicio desde todo punto de vista, ya que favorece la inteligencia lingüística e interpersonal.

Inteligencia emocional en el trabajo: ¿es compatible con la toma de decisiones?
Está claro que los extremos nunca han sido buenos e, igual que te capacitan mejor para realizar ciertas tareas, también te dejan más expuesto ante otro tipo de situaciones. En el mundo profesional y del liderazgo es lo que sucede. Por eso, al hablar de la implicación de la inteligencia emocional en el trabajo se suele hacer referencia a la toma de decisiones.

Seguro que has oído, en más de una ocasión, que desarrollar una buena inteligencia emocional es clave para el desarrollo profesional, conseguir metas y poder trabajar y coordinar equipos. Y que ser empático, racional, no dejarse llevar por los impulsos, ser dialogante y poseer autoconciencia son algunas de las capacidades que engloba una alta inteligencia emocional.

Estos rasgos, seguramente, te servirán para ser percibido como una persona con la que es fácil trabajar, positiva y dispuesta a ayudar a los demás. Pero, ¿qué ocurre cuando este autocontrol y dominio de las emociones nos inmoviliza ante situaciones que suponen tomar una decisión tajante?

En una toma de decisiones, la supervivencia y las ventajas a nuestro favor siempre son el comportamiento innato, donde es necesario que juegue su papel la empatía y racionalidad, para, justamente, evitar la situación contraria, y del inmovilismo pasemos a una decisión completamente injusta e ineficaz, o usemos esta ventaja para manipular las emociones de los demás.

Aquí también es donde debemos de prestar cierta atención a los marcadores somáticos, es decir, esos procesos emocionales inconscientes que influyen en la toma de decisiones, y que debe desarrollarse como una fuerza paralela a la razón, de manera que el resultado sea equilibrado.

Si meditas sobre ello con detenimiento, comprobarás que ser líder o estar al frente de una gran empresa no debe ser fácil y la necesidad del autoconocimiento para detectar y equilibrar las emociones y el razonamiento lógico.

¿Y qué pasa con la creatividad?

Pues si casi todos los expertos tienen claro que una excesiva inteligencia emocional puede conducir a una toma de decisiones ineficaz, negando que ciertos factores se tengan en cuenta, son más diversas las opciones en relación a cómo la inteligencia emocional afecta al ingenio y la creatividad.

Según muchos psicoterapeutas, las compatibilidades entre creatividad y alta inteligencia emocional son más complejas, debido al grado de conformismo y de prudencia de estas personas.

Por otro lado, otros expertos coinciden en la idea del conformismo, pero que esto no quiere decir que una persona pueda ver más allá y sea capaz de arriesgar, ya que son más flexibles y se enriquecen con más interacciones.


Lo que queda claro es que aún queda mucho por indagar sobre el papel de las emociones y que mostrarlas no debe ser visto como un símbolo de vulnerabilidad. La inteligencia emocional en el trabajo se considera una virtud y nunca un defecto.

Fuente: Universia.net
Autor: Anónimo

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